Hace tres años, decidí dar un giro radical a mi vida y me aventuré a vivir en una furgoneta camperizada. En el primer año, recorrí la pintoresca costa oeste de Francia, exploré el norte de España y llegué hasta el hermoso Portugal, donde pasé el invierno.
Fue durante este periodo que comenzó a germinar la semilla de lo que hoy conocemos como Cormorán. Inicialmente, esto se manifestó como un sencillo pasatiempo que, con el tiempo, floreció en una auténtica pasión. Me cautivó la idea de crear prendas de vestir con mis propias manos, impregnando en ellas la esencia de los lugares donde las tejía.
Después de aquel invierno, emprendí un nuevo viaje hacia el norte, estableciéndome finalmente en Galicia, donde encontré mi hogar y dejé atrás mi vida nómada para integrarme en un acogedor pueblo pesquero.
Fue el impresionante paisaje gallego el que me inspiró a recolectar flores y secarlas para confeccionar joyas únicas y delicadas.
Cormorán es, en última instancia, un viaje que nos lleva a través de diversos paisajes y, al mismo tiempo, hacia nuestro propio ser.
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